Recibí un mensaje, uno que decía que era para consultarme por un asunto bastante movidito. Me asusté. Después de algunos mensajes, nos pudimos comunicar. Sin espías de por medio. Y ahí me contaste. Que habían encontrado un pez. Un pez muy grande. Que molestaba. Era, realmente, un cáncer. Fueron bastantes sentimientos los que tuve en los escazos quince minutos que hablamos. Bastante rápido todo. Escuchar otra vez tu voz. Entender de lo que hablabas, por tannntas noches hablando sobre el tema. Finalmente se decidieron. Iban a afrontarlo, con la tajante decisión de hacer todo lo posible para sacarlo de raíz. Te escuché entusiasmado, y a la vez con rabia. Bastante perdido. Con seguridad de que la caña así tirante, no duraría mucho más. Y no pude dejar de hacer analogías. De tener el sentimiento de que después de los 30 años que pasaron desde que callaron de muy mala manera a los que querían y podían hacer algo, surge otra vez esa movilización. Sin montoneros. De buena manera. Sin terrorismo. Como se debe. Con denuncia. Con abogados. Con pruebas más que contundentes. Con testigos. Con gente que quiere algo mejor. Con gente que lo hace solo por amor. Con gente que lo hace para mejorar. Con clase. y con el temor, pero no terror, de que pase otra vez.
Debo confesarte que a veces se te sigue viendo cocinando algo rico. A veces tu risa se cuela por la ventana abierta y nos reímos todos. Y es como si nunca hubieras hecho lo que hiciste. Ni lastimado a nadie. Tal vez sea una forma de remediar tu error. Y usar tu nombre y apellido otra vez limpito. Cuando uno pierde lo más importante que se tiene en el mundo esto pasa. Una imperiosa necesidad de adrenalina. Necesidad de sacar el az de la manga. Necesidad de hacer "hake mate". Necesidad de gritar a todo pulmón, sin retener la mínima partícula de aire. Hacer todo y decir aún más, aunque sea de otra manera. Necesidad de auto enseñarte, que esta vez, sí te la jugas completo. Que si algo sale mal se pierde hasta el título, y no importa que lo hayas prometido a alguien muy especial, que ya no está. Lo sé. Te lo prometiste, no vas a salir corriendo dejando nada más que una excusa sin sentido. Querés confirmar que aprendiste a hacer frente sin desaparecer dejando tan solo un consuelo sin sustento.
Querés confirmar que las cosas te siguen importando. Que la vida tiene sentido.
Fueron muchos sentimientos. Seguramente vos sentiste lo mismo, no? Sí, definitivamente sí. Me saludaste y te saludé con un "te quiero"...
Un "te quiero" implorando algo más allá del amor. Un "Te quiero sano". "Te quiero entero". "Te quiero seguro". "Te quiero bien".